9’50 h. – 17 ºC – 183 km recorridos.
Empezamos el día de hoy camino a
Conwy, a través del parque nacional de Snowdonia, a los pocos kilómetros de
salir del camping empezamos a ver un paisaje precioso, laderas verdes, muy
verdes, con riachuelos que fluyen silenciosamente, y con el agua a tocar de
carretera. Las ovejas siguen sin faltar en ninguno de los prados, a derecha e
izquierda de la carretera.
Como es habitual, la carretera no
brilla por su amplitud, pero como ya nos vamos acostumbrando, hasta lo
encontramos normal.
Llegamos al pueblo de Beddgelert,
la verdad que un pueblo encantador, todas las casas de piedra, y con mucho
movimiento de gente. Parece que es punto de partida de excursionista que
recorren el parque nacional de Snowdonia.
Seguimos ruta y vamos subiendo,
alternando carretera con prados extensos a los lados, con tramos de carretera
cubierta totalmente por arboles que crecen inmensos a ambos lados y que
literalmente se vuelcan en la carretera, con algunas zonas en que la luz del día
disminuye considerablemente por la espesura de las hojas de los arboles que
forman una especie de túnel sobre la carretera.
Llegamos a otro pueblo con
encanto, Betws-y-Coed. Esta población es más grande que la última, pero
también es encantadora, y con numerosas tiendas dedicadas a la venta de
artículos para el senderismo y el trekking.
Llegamos a la primera etapa del día
de hoy, La Ugly House. Es una especie de restaurante, donde antiguamente se
situaba una posada para el descanso de los viajeros que iban por esta ruta al Sur. Explican que la casa fue
construida por ladrones y maleantes, que vivian por la zona y se dedicaban a
ofrecer posada para pasar la noche, o reponer fuerzas y mientras tantos
aprovechaban para “aligerarles el peso” a los huespedes, de ahí el nombre de
Ugly House.
Es una construcción de piedra, de
dimensiones pequeñas. Venden plantas,
miel, mermeladas, pasteles, todo de la zona.
Entramos y decidimos quedarnos a
comer. La verdad es que es un lugar pintoresco.
Después de la comida, seguimos en busca de las Conwy Falls. Llegamos al parquing y vemos que hay una entrada con un torno giratorio, y donde hay que poner una moneda de una libra para que el torno gire y te de acceso.
Una vez superada la barrera, hay
una indicación que da dos opciones para llegar a la cataratas. Un paseo de 20
minutos, y otra ruta directa de 10 minutos. Cogemos la ruta directa, que ahora
tenemos la barriga llena para estar dando vueltas por la montaña.
Llegamos al mirador y realmente
las cataratas son espectaculares. Bajan en dos brazos de agua, que separa una
gran roca que está en el medio del canal por donde baja el agua.
Estamos un rato viendo la caída
de agua, y en el camino de regreso nos vamos fijando en que casi todos los árboles
están llenos de musgo por todo el tronco, las piedras que no se encuentran en
el medio del camino, también están cubiertas de musgo. El musgo es de un verde
brillante y húmedo.
Seguimos camino de la ciudad de Conwy, al llegar nos dirigimos directamente al castillo. En este caso, el monumento está totalmente en ruinas, y la visita es exterior. Se puede acceder a las torres de vigilancia, y se puede pasear por una parte elevada, que rodea toda la edificación.
Hay algunas explicaciones y proyecciones
sobre lo que en el Castillo pasó, pero es más bien una visita intuitiva.
Paseamos un poco por la ciudad, y
vemos una iglesia, rodeada de un cementerio, como casi todas las que hemos
visto por aquí. A diferencia de las anteriores, está abierta, entramos y
enseguida se acerca a nosotros una señora, que nos hace una pregunta que no
entendemos. Por aquí hablan Gales, y si ya el inglés es difícil….como ve
nuestras caras, nos pregunta de donde somos, al responderle nos dice si
hablamos español, le decimos que si, y ella se disculpa por no hablar nuestra
lengua. Nos invita a entrar en la iglesia, y damos una vuelta por el interior.
Me llama la atención que en casi todos los bancos hay una especie de cojin, muy
cuadrado, y relleno de espuma dura. Todos están hechos a punto de cruz, pero
con lana gorda, y evidentemente, con motivos religiosos. Quizá es para
arrollidarse. Nos despedimos de la señora y de otro señor que está ahora con
ella y volvemos a buscar el coche.
Vamos a ver el muelle/embarcadero de Victoria Pier, pero la verdad es que nos decepciona. El muelle está cerrado y con amenaza de derrumbe, el resto es una playa larga y ancha, de arena clara, y donde había gente, pero pocos bañistas, por no decir ninguno.
Seguimos con dirección al pueblo de St. Asap, para ver su catedral. Llegamos sin problemas y el parquing está delante de la catedral. Entramos y tenemos dudas si estará abierta, ya que hasta ahora no hemos podido ver iglesias por dentro, a excepción de las que eran una atracción turística, porque estaban cerradas.
Oímos música dentro, y pensamos que quizás
están celebrando oficio religioso. Entramos y no hay nadie. El organista
está ensayando, a nosotros nos suena bien. Nos sentamos a escuchar.
En la entrada de la catedral hay información
sobre un festival musical.
Damos un paseo silencioso por la
iglesia y vemos al fondo un Cristo crucificado que nos llama poderosamente la
atención. Se trata de una talla bastante grande, y la visión es escalofriante,
ya que emula un cadáver ya en proceso de descomposición. La mandíbula aparece
sin carne y se intuye la calavera. El tórax aparece mostrando las costillas, y
las manos y los pies son también sólo hueso.
Mientras miramos la pieza, la música cambia, se vuelve más tétrica, las notas se vuelven fuertes, parece que salgan del órgano a empujones.
Nos damos media vuelta y nos
vamos. Seguro que hubiese valido la pena conocer el origen de aquel Cristo,
pero entre la música y la visión de la escultura nos da mal rollo y nos vamos
directos a la calle.
Tomamos el camino de retorno el
camping, cenamos y se pone a llover. Una lluvia fina pero que empapa. Nos vamos a
jugar a las cartas dentro de la tienda, y para variar, sin importar si es
dentro o fuera, los chicos tienen otra victoria aplastante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario