9’20 h. – 16 ºC – 0 km recorridos. (en coche)
Nos levantamos sin prisa, pero
sin pausa, hoy nos espera la gran ciudad del Norte. Hemos decidido que
dejaremos descansar el coche, y cogeremos el autobús, ya que creemos que será
complejo aparcar en la ciudad, y más con el cofre que llevamos en el techo del
coche.
El autobús (el 26) pasa por la
puerta del camping (hay que caminar 5 minutos), y en 20 minutos más o menos nos
plantamos en Princess Street. Ya vamos con la boca abierta de observar lo
monumental que es la ciudad. Nos dirigimos directos al Castillo, ya que
visitarlo es nuestra prioridad hoy, entre otras cosas porque nos caduca el
Explorer Pass que compramos en Elgin.
A la entrada del Castillo vemos
el escenario preparado para el Edinburg Royal Military Tattoo.
Como no hacemos cola para las
entradas, vamos a comprar los tiquets para las audio guías, y la chica que nos
atiende, que por cierto, lo hace en español, nos indica que estemos a la una
del mediodía, cerca de la entrada, para ver el disparo de la salva que cada día
se hace a esa hora.
Aprovecho para preguntarle donde
se compran las entradas para el Military Tattoo, y se me queda mirando con cara
de decirme: “inocente”…me dice donde se compran, pero a la vez, me dice que
hace muchos días que están agotadas. Me lo imaginaba…había que probarlo no?
Entramos al Castillo y deambulamos
escuchando las explicaciones de la audio guía. Hace un día variable (sol y
nubes), sin lluvia, pero con mucho viento, por lo que se agradece llevar en las
orejas los cascos de la audio guía, que además de instruir, abrigan.
Hacemos todas las visitas de los
museos y exposiciones. A destacar las joyas de la corona escocesa, y las
cárceles de los prisioneros de guerra.
A la una en punto, estamos
preparados en un mirador, desde donde vemos la ceremonia de cargar el cañón, y
disparar la salva que indica que es esa hora.
En la audio guía nos explican que
para los habitantes de la ciudad, el cañonazo va seguido de un vistazo a su
reloj, para comprobar que van a la hora, y para los turistas que no lo saben,
de un monumental sobresalto….
También nos explican que marcando
la una, solo hay que disparar una sola salva, no doce….y los Escoceses también
vigilan su bolsillo.
Hacia la dos de la tarde
finalizamos la visita al Castillo, tenemos los pies un poco atropellados,
empezamos a caminar Royal Mile abajo, y la primera sensación es de un poco de
agobio. La calle está llena de gente, hay un par de tramos que son peatonales,
y hay grupitos de artistas, actores, músicos…que ofrecen su espectáculo en
cualquier parte.
Vamos bajando, y vemos pasar un
bus turístico. Sin pensarlo, lo cogemos y hacemos todo el recorrido en tramos,
un rato abajo (es de dos pisos), y la mayor parte en la zona superior
descubierta. Salen fotos muy bonitas, y además también te conectas con cascos a
las explicaciones de las zonas y monumentos por los que estas pasando. Los pies
descansan un poco. Volvemos a la Royal Mile, y seguimos calle abajo. Vemos una
iglesia convertida en bar de copas con actuaciones en directo. Es impactante
entrar y ver el altar y los pasillos laterales tal cual, pero con el escenario
y la barra de bebidas debidamente instaladas.
Otra iglesia esta transformada en
un centro de información del Festival Internacional de Música y teatro, con su
correspondiente cafetería de estilo moderno.
Paseamos por los callejones
interiores, que llaman closes. Hay muchos, algunos con más encanto que otros…
Llegamos casi al final de la
calle, y dudamos entre cenar, o bien pasear por Princess Street o Queen Street.
Se impone lo primero.
Paseando hemos echado el ojo a un
pub que se llama Rabbie Burns (me parece que se escribe así), cenamos un plato
combinado cada uno, y el Carles y yo nos estrenamos con dos pintas de cerveza,
una clarita, y otra negra….Están buenísimas, y hoy no hay que conducir. Lo pero
podría ser que nos equivocáramos de autobús para volver al camping. El Oriol
sigue con sus fantas.
Con las fuerzas un poco
recuperadas, paseamos otro rato y entramos en una tienda a comprar recuerdos,
la empleada es italiana y habla un poco de español, ella nos dice que la mitad
de la gente que trabaja en Edimburgo, son españoles.
Son las nueve de la noche, y ya
llevamos mucho tiempo callejeando por la parte antigua de la cuidad. Volvemos a
la parada del bus en Princess Street, y cuando estamos a punto de cruzar, vemos
que el 26 está parado con el intermitente puesto…el semáforo de los peatones
aun esta en rojo….verde…salidos corriendo, literalmente, y llegamos a coger el
autobús. Menos mal que llevamos el billete de ida y vuelta, y no hay que
hablar, porque yo personalmente, hubiese tenido que esperar 5 minutos para
recuperar la respiración.
Llegamos
de nuevo al camping. Cansancio, alguna partidilla de cartas, pijama y a dormir.
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