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Preikestolen - 10’04 horas. 17 ºC. 9.264 km recorridos.
Nos levantamos con el cielo muy tapado y con gotas que van cayendo a ratos, hemos decidido que vamos a probar de subir al Preikestolen, si hay que darse la vuelta por el camino, por lo menos lo habremos intentado. Hacemos unos bocatas, ya que pensamos comer arriba (
ilusos de nosotros, como se verá más tarde), preparamos las mochilas con alguna ropa de recambio y cogemos el coche para dirigirnos al parquing. Estamos a 4 km de inicio del camino de ascenso. Cuando nos vamos acercando vemos que hay muchas señales de prohibido aparcar en los lados de la carretera aunque hay sitio suficiente. Eso quiere decir que el parquing será de pago. (
para variar). Llegamos y efectivamente, cobran 80 nok por aparcar, durante todo el dia.
Nos ponemos las botas y nos vamos camino arriba, el cielo está muy tapado y caen gotas de tanto en tanto, empezamos a subir y enseguida hay que caminar sobre piedras, grandes, pero sobre ellas y en forma de escalera (más o menos).
Complicado explicar los sentimientos que experimenté durante el ascenso: cansancio, rabia, ilusión y algo de miedo.
Cansancio ya que enseguida hay una cuesta que te obliga a esforzarte, rabia porque había tramos en los que aun de camino arriba, bajábamos,
pero porqué perdemos el tiempo de esta manera si el Púlpito está arriba??, ilusión de pensar donde estaba y retándome a mi misma a no abandonar, ya que no tendría otra ocasión como esta, y miedo en el último tramo por el fuerte viento que había, estábamos ya fuera del bosque y las rachas de viento hacían que a veces me costara guardar el equilibrio.
El peor tramo a mi juicio fue antes de llegar a mitad, una subida por una canal con muchas piedras y donde tenias que utilizar también las manos para ascender. De subida me caí dos veces, y una tercera vez de bajada. Un pequeño chichón en una rodilla, pero sin importancia.
Nos cruzamos con unos españoles que nos dijeron que habían subido a primera hora y que hacía mucho viento en la plataforma, nos dijeron que sí que valía la pena llegar al final. Cuando llegamos arriba el viento era muy fuerte, debías caminar pegado a la pared, y tenias dificultades para poder mirar a lo lejos. Estuvimos en la plataforma de piedra, pero pegados a la pared, no pudimos acercarnos al precipicio para poder ver el Lysenfjord, pero moralmente nos queda que llegamos arriba.
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Esta vista desde el fiordo, alguna vez la sacaré desde un ferry... |
De bajada
, a punto de entrar en el bosque, encontramos un sitio resguardado del viento, y allí nos sentamos a comer.
Al llegar abajo, empezó a llover a cántaros. Nos fuimos a tomar un café y a sentarnos un rato, la lluvia era intensa. Habían sido casi 8 km en total, y 2’40 horas de subida y algo menos de bajada. Nosotros no tenemos término medio, o no hacemos ejercicio, o nos metemos al cuerpo 8 km montaña, a veces de
trekking, pero otras mas
complicadas (de bajada) por tarteras de piedras.
Ya en el camping, hacemos la colada con una lavadora súper-rápida, le pusieras el programa que les pusieras, eran 25 minutos; esto se compensaba con la secadora, que era más lenta que un desfile de caracoles. Mientras nos fuimos al restaurante, allí nos conectamos a internet con la idea de reservar el barco que el día 19 debe llevarnos de Kristiansand (Noruega) a (Hirtsals) Dinamarca… sorpresa: dos compañías, tres grandes ferries cada dia y no hay plaza disponible hasta el día 21. No me lo puedo creer. La otra alternativa es volver por carretera pasando por Oslo y Goteborg. Haciendo combinaciones encontramos barco para el día 19, en otra compañía naviera, pero saliendo desde Larvik, a unos 150 km mas allá de Kristiansand, vale pues reservamos y adaptamos el itinerario.
Como no para de llover decidimos cenar en el restaurante del camping, el cuerpo esta atropellado y no hay muchas ganas de hacer la cena, la lluvia es una excusa estupenda. Ducha y a la cama, otro de esos días en que te duermes antes de que la cabeza te toque la almohada.